En la noche de Halloween a Tony su padre le pidió que fuera a buscar una calabaza al huerto. Tony no era un chico muy trabajador. Siempre buscaba la ley del mínimo esfuerzo De mala gana acepto y se llevó al perro con él.
Ya había entrado la tarde y estaba oscureciendo. Caminaban hacia el huerto y de repente su perro se paró y comenzó a ladrar y gruñir sin parar en dirección a uno de los sembrados.
-¿Qué te pasa Nerón, que estás viendo?
El perro ladraba sin parar a un espantapájaros que estaba en medio del maizal,
El perro ladraba sin parar a un espantapájaros que estaba en medio del maizal, Este ponía muy nervioso al perro, y era extraño porque era un perro muy tranquilo. Tony se alegró al ver el espantapájaros, pues así no tendría que caminar tanto, puesto que tenía por cabeza una calabaza y además ya tenía hechos los agujeros de los ojos y la boca. Así se ahorraría todo el trabajo. Solo era cuestión de cogerla sin que nadie se diera cuenta
-Eres un genio Nerón, me has ahorrado la caminata. Espera aquí, ahora vuelvo.
Tony se dirigió al sembrado a través del altísimo maizal. Pudo orientarse hasta llegar al espantapájaros. Al acercarse noto un aire siniestro. Esa cosa estaba vieja, parecía que llevara años allí, estaba hecho de paja y olía muy mal. Tony tuvo que taparse la nariz incluso.
Se alzó todo lo que pudo y con ayuda de una rama hizo caer la cabeza al suelo. La cogió y se dirigió hacia el camino donde le esperaba su perro. De repente algo sujetó sus pies, se giró, tenía paja enredada en las piernas, busco con la mirada de donde venían, del espantapájaros, y también escucho pasos que iban hacia él. Algo venía. Los maizales se movían.
Algo venía. Los maizales se movían.
Tony se puso de pie y empezó a correr hacia el camino. Siguió corriendo hasta llegar a su casa sin parar, pero tuvo tiempo de mirar atrás y vio como el espantapájaros sin cabeza estaba allí observándole.
-Siento haberte quitado la cabeza, te la devolveré, pero ALEJATE DE Mí.
Tony corrió hacia su casa, el espantapájaros les seguía, abrió la puerta, hizo entrar al perro y al entrar él se golpeó el brazo y la calabaza cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos. Se quedó petrificado cuando descubrió que el espantapájaros estaba delante de él. Los gritos de Tony y los ladridos de su perro se mezclaban en la noche, hasta que se hizo el silencio.
Horas después su padre regreso a casa, todo estaba desordenado y en el suelo había una calabaza echa pedazos y un bulto enorme de paja seca. Muy nervioso removió la paja y encontró el cuerpo sin vida de su hijo. Pero le faltaba algo: una parte de su cuerpo. Había un rastro de paja, el padre saco fuerzas de donde no había y siguió ese rastro. A su lado el perro de Tony, lo siguió hasta el maizal, se abrió paso y allí encontró al espantapájaros, y lo que le faltaba a su hijo, su cabeza, que ahora era la nueva cabeza del espantapájaros.
Muy nervioso removió la paja y encontró el cuerpo sin vida de su hijo.
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